El papel de la escucha activa en la relación médico-paciente
- DML Defensa Médico Legal

- 6 oct
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En el ejercicio clínico, la escucha activa es una de las habilidades más poderosas y, al mismo tiempo, una de las menos enseñadas en la formación médica. Aunque su impacto en la calidad de la atención y en la relación médico-paciente es enorme, suele pasar desapercibida durante los años universitarios, desarrollándose únicamente a través de la experiencia profesional.
Para muchos médicos, esta carencia puede convertirse en un desafío. No todos poseen las mismas habilidades comunicativas, y en consecuencia, la capacidad de conectar y comprender verdaderamente al paciente varía considerablemente. Sin embargo, perfeccionar esta competencia no solo mejora la empatía, sino que también se traduce en diagnósticos más certeros y en una atención más humana.
¿Qué es la escucha activa?
La escucha activa no consiste únicamente en oír lo que un paciente dice. Es un proceso intencionado y consciente que implica prestar atención total a las palabras, el tono, las expresiones faciales y el lenguaje corporal de la persona. También significa captar el trasfondo emocional y el sentido profundo de su mensaje.
En Medicina, la diferencia entre oír y escuchar activamente puede determinar la calidad de la atención. Un médico que interrumpe o se enfoca únicamente en los síntomas puede pasar por alto información clave que, a la larga, afecta el diagnóstico. Por el contrario, quien escucha con atención genera confianza, obtiene datos más precisos y logra que el paciente se sienta comprendido y valorado.
La escucha activa, en pocas palabras, no busca solo responder: busca entender.
El papel de la escucha activa en la relación médico-paciente
Dentro del consultorio, la relación médico-paciente es la base de toda práctica clínica. Es el espacio donde se construye la confianza necesaria para identificar el origen del malestar y diseñar un plan de tratamiento adecuado.
Sin embargo, esta relación no siempre fluye de manera efectiva. La prisa, la sobrecarga de pacientes y las distracciones tecnológicas pueden debilitar el vínculo comunicativo. En este contexto, la escucha activa se convierte en una herramienta esencial: permite al médico detenerse, mirar al paciente como un ser integral y no como un caso más.
Escuchar activamente fortalece el componente humano de la medicina y mejora la calidad de la atención. Un paciente que siente que ha sido escuchado suele mostrar mayor adherencia al tratamiento y satisfacción con el proceso terapéutico.
Estrategias para desarrollar la escucha activa en la práctica clínica
Aunque la escucha activa puede parecer una habilidad innata, en realidad puede desarrollarse mediante práctica y reflexión consciente. A continuación se describen algunas estrategias aplicables en la consulta médica:
1. Permitir que el paciente hable libremente
El primer paso para escuchar es dar espacio al paciente.
Comienza con preguntas abiertas, como “¿Cómo puedo ayudarte hoy?”, que inviten a una respuesta amplia.
Evita interrumpir, permitiendo que el paciente exprese su historia completa antes de dirigir la conversación.
Observa el lenguaje no verbal: los gestos, el tono de voz y la postura pueden revelar información valiosa sobre el estado emocional o físico del paciente.
Este enfoque no solo enriquece la historia clínica, sino que también crea un ambiente de respeto y colaboración.
2. Formular preguntas estratégicas
Una buena comunicación requiere preguntar con intención.
Al inicio, evita preguntas cerradas (“sí” o “no”). Prefiere cuestiones que fomenten la descripción, como “¿Qué cambios has notado desde que comenzó el dolor?”
Indaga en el impacto emocional y social: preguntas como “¿Cómo ha afectado esto tu vida diaria?” permiten comprender el contexto del paciente y no solo sus síntomas.
Busca la historia completa, incluyendo factores psicológicos o sociales que podrían influir en el cuadro clínico.
Este tipo de diálogo no solo mejora el diagnóstico, sino que también demuestra interés genuino por la persona detrás del padecimiento.
3. Enfocar toda la atención en el paciente
La atención plena es un componente esencial de la escucha activa.
Evita distracciones: apaga notificaciones, evita revisar la computadora mientras el paciente habla y crea un entorno de privacidad.
Mantén contacto visual y adopta una postura abierta que transmita disponibilidad y empatía.
Muestra señales no verbales de interés, como asentir o inclinarse ligeramente hacia el paciente.
Estos pequeños gestos fortalecen la percepción de cercanía y confianza.
4. Proyectar empatía y validar emociones
La empatía no se enseña en los libros, pero puede cultivarse en cada interacción.
Reconoce las emociones que expresa el paciente: frases simples como “Entiendo que esto debe ser difícil” o “Puedo ver que te preocupa” ayudan a validar su experiencia.
Utiliza afirmaciones verbales y no verbales para demostrar que estás siguiendo la conversación.
Evita juicios o respuestas automáticas que minimicen el sentir del paciente.
Cuando el paciente percibe empatía, se abre más fácilmente y colabora mejor durante todo el proceso clínico.
5. Cerrar la consulta de forma efectiva
La escucha activa no termina cuando el paciente deja de hablar.
Confirma la comprensión mutua: resume lo que has entendido y verifica que coincida con la percepción del paciente.
Valida su participación: agradece la confianza y reconoce el valor de la información compartida.
Refuerza la continuidad: explica los siguientes pasos y asegúrate de que el paciente sepa qué esperar del tratamiento o del seguimiento.
Este cierre refuerza la alianza terapéutica y mejora la adherencia al tratamiento.
Escuchar activamente, una competencia esencial en la Medicina moderna
En la actualidad, la tecnología y la automatización han transformado la práctica médica, pero ninguna herramienta puede reemplazar la capacidad humana de escuchar con atención y empatía. La escucha activa no es un detalle menor: es una habilidad clínica esencial que impacta directamente en los resultados de salud y en la satisfacción del paciente.
Desarrollarla requiere práctica, autoconciencia y disposición genuina para comprender al otro. En definitiva, un médico que escucha con atención no solo mejora su diagnóstico, sino también su capacidad de sanar desde el vínculo humano.





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