Obesidad infantil y enfermedad hepática: un reto silencioso para la salud pediátrica en México
- DML Defensa Médico Legal

- 25 sept
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En las últimas décadas, México ha registrado un aumento sostenido y preocupante en los índices de obesidad infantil. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, uno de cada tres niños presenta sobrepeso u obesidad, una cifra que refleja una problemática de salud pública de gran magnitud.
Obesidad infantil y enfermedad hepática: un reto silencioso para la salud pediátrica en México
Las consecuencias de este fenómeno trascienden el aumento de enfermedades metabólicas como la diabetes mellitus tipo 2. Un área menos visible, pero de gran impacto, es la salud hepática en la población pediátrica. En este contexto, la enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA) se ha posicionado como uno de los padecimientos crónicos emergentes más relevantes entre niños y adolescentes.
La enfermedad del hígado graso no alcohólico en niños
La EHGNA se caracteriza por la acumulación de grasa en el hígado de pacientes sin antecedentes de consumo de alcohol. En etapas iniciales puede pasar desapercibida, pero en su evolución puede dar lugar a inflamación hepática, fibrosis e incluso cirrosis en la vida adulta.
El principal desafío radica en que esta enfermedad es silenciosa durante sus primeras fases. Muchos niños no manifiestan síntomas claros, lo que retrasa el diagnóstico y permite que el daño hepático avance sin ser detectado. Para los profesionales de la salud, este aspecto subraya la importancia de la detección temprana y la prevención activa como estrategias prioritarias.
El papel del sedentarismo y la alimentación en la salud hepática
Las causas de la obesidad y sus complicaciones hepáticas se encuentran en la combinación de dos factores predominantes: mala alimentación y sedentarismo. El consumo excesivo de bebidas azucaradas, comida rápida y productos ultraprocesados, junto con la baja ingesta de frutas, verduras y fibra, generan un exceso de energía que se traduce en acumulación de grasa corporal y hepática.
A este panorama se añade la falta de actividad física en la infancia. Las horas prolongadas frente a pantallas y la reducción de espacios para el juego o el deporte limitan el gasto energético. Esta combinación incrementa la probabilidad de desarrollar obesidad abdominal, un factor de riesgo clave en la aparición de enfermedades hepáticas.
La importancia de la detección temprana en la práctica clínica
Para médicos pediatras, nutriólogos y especialistas en salud infantil, la vigilancia periódica es esencial. El monitoreo del peso, el índice de masa corporal (IMC) y la realización de pruebas de función hepática permiten identificar de forma temprana a los niños en riesgo.
La EHGNA requiere un abordaje clínico integral. Detectar alteraciones en etapas iniciales abre la oportunidad de intervenir antes de que el daño hepático se vuelva irreversible. Además, educar a las familias sobre hábitos alimenticios y la importancia del ejercicio físico resulta clave en la prevención.
El papel de la escuela y las políticas públicas
El entorno escolar es un espacio estratégico en la lucha contra la obesidad infantil y sus complicaciones. Los programas educativos que promueven la nutrición balanceada, la incorporación de espacios seguros para la actividad física y la limitación de la venta de alimentos ultraprocesados dentro y fuera de las escuelas representan acciones urgentes.
A nivel macro, las políticas públicas deben avanzar hacia una regulación más estricta de la publicidad dirigida a niños, especialmente la relacionada con productos altos en azúcares y grasas saturadas. También se requiere fomentar campañas de sensibilización y facilitar el acceso a alimentos frescos y nutritivos en las comunidades.
Prevenir hoy para proteger la salud del futuro
Las enfermedades hepáticas asociadas a la obesidad infantil representan una amenaza creciente para la salud en México. No se trata únicamente de atender la enfermedad una vez instaurada, sino de transformar los hábitos y el entorno que la generan.
La prevención, el diagnóstico temprano y la intervención médica integral deben complementarse con la participación de las familias, las escuelas y el gobierno. De esta manera, es posible reducir la incidencia de la EHGNA y garantizar una mejor calidad de vida a las futuras generaciones.





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